¡Buenos días blogueros y blogueras!
Disculpad por este paréntesis comunicativo, la vida académica y personal me tiene enclaustrada en un bucle, por suerte en un bucle de tiempo finito.
Anoche asistí al monologo de Toni Moog en la playa de Mataró, inevitable reírte pero también inevitable reflexionar… Acabar un monólogo haciendo apología de la prostitución delante de 7.000 personas me parece banalizar un problema social. Es cierto que el humor tiene ciertas licencias en pro de la carcajada, pero deberíamos ir un poco más allá y analizar también que queda de esa broma. Es decir, vivimos en una sociedad en la que habitualmente caemos en bromas fáciles y gratuitas que causan enorme daño en las personas objetas de estas, además de crear una cultura permisiva hacia graves situaciones individuales y grupales.
Ahora más de uno y una se lanzara las manos a la cabeza y me dirá que me pasé… lo entiendo, pero no puedo evitar posicionarme al otro lado y tener que basar un monologo en llamar a una persona drogadicta, sea la princesa del pueblo o la estanquera de la esquina, llamar “hija de puta” a tu madre o a tu abuela (aunque le pongas todo el cariño o la gracia que quieras a esas palabras) o decir que si el primer HOMBRE que llega a la luna hubiese español habría montado un puticlub… me parece demasiado gratuito para el público y el ambiente que había anoche en la playa ( cabe mencionar que me parece gratuito siempre, pero más si entre el público tienes a menores, lo digo por la capacidad crítica que erróneamente doy por hecho que los adultos tienen).
Así, hoy os dejo con una reflexión sobre cómo nos escandalizamos porqué una mujer lleve Burka y no nos choca que un hombre delante de 7000 personas diga que los españoles son “pajilleros” y “puteros” con todo el orgullo del mundo. ¿Por qué eso que significa? ¿En qué posición pone a las españolas? En fin, una línea demasiado fina entre una gracia y una apología extremadamente machista en el año 2011.
¡BUEN FIN DE SEMANA!
Salma, Mafalda and Co.